Colegio Mount Vernon es la obra del Señor, durante 25 años hemos ido de su mano y Él ha guiado nuestros pasos, nos ha dado instrucción, consejo y nos ha mostrado el camino.
A través de nuestra historia hemos vivido altibajos que han marcado la vida institucional y ha fortalecido nuestro carácter. En cada situación, reto, y dificultad Él nos ha dado su palabra y con fidelidad y exactitud ha cumplido cada una de sus promesas, el secreto está en escucharlo, ser obediente y esperar con paciencia el cumplimiento de las mismas.
En la primera etapa del colegio cuando era un Jardín Infantil, el Señor nos regaló antes de trasladarnos a la sede campestre. (Isaías 54; 2-3).
Cuando llevábamos casi 7 años de labores, en la segunda sede, nos encontrábamos muy angustiadas en busca de una sede nueva, que cumpliera con todos los permisos legales de Planeación y Curaduría para radicar el Colegio Mount Vernon.
El Señor nos ordenó hacer un ayuno de oración durante 40 días, junto con toda la comunidad, orábamos y alabábamos en la mañana, al medio día y en la tarde. Pasados los 40 días, nos puso a hacer algo aún más insólito: dar las vueltas de Jericó alrededor del predio que ocupábamos en ese entonces y del predio que ocupamos actualmente tal como lo hizo con Josué. (Josué 6; 1-20).
Durante 6 días (Rectora y la Vicerrectora) dimos una vuelta alrededor de los dos predios orando y el séptimo día 7 vueltas, es decir repetimos la marcha siete veces. Al poco tiempo el Señor nos puso en gracia con los propietarios del predio que ocupa actualmente el colegio: Los señores Castillo, (unas personas maravillosas, que al igual que nosotras dedicaron toda su vida a la educación) quienes nos ofrecieron la sede de su colegio en venta, del mismo modo el Señor expulsó literalmente a los arrendatarios que ocupaban en ese momento el lugar y que no querían entregarlo.
Cuando nos mudamos a esta nueva sede en septiembre de 2010, sufrimos una gran calamidad, el día que estábamos de trasteo, se generó un vendaval en el norte de Bogotá y las tejas y ventanas del segundo piso de la nueva sede, ya remodelada, quedaron totalmente destruidas y afectaron el laboratorio y otros sitios del primer piso.
En medio de nuestra desolación y angustia clamamos al Señor y él escuchó nuestra oración tal como lo prometió cuando le consagramos el colegio con la oración de Salomón y nos ayudó a superar esta gran dificultad.
“Pero ¿será posible, Dios mío que tu habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡Mucho menos, este colegio que hemos construido! Sin embargo, Señor mi Dios, atiende a la oración y a la súplica de este siervo tuyo. Oye el clamor y la oración que hoy elevo en tu presencia. ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este colegio, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí! Oye desde el cielo, donde habitas; ¡escucha y perdona!”.
Ver: 1 Reyes 8; 27 – 30.
En el año 2012 cuando graduamos nuestra primera promoción el Señor nos regaló, Jeremías 17: 7 – 8 “7 »Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. 8 Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.»
Hoy en día, 20 años después de grandes alegrías y dificultades podemos testificar que como institución hemos sido bendecidas y contamos con el favor del Señor.
1 Reyes 8: 56 -61
“56 « ¡Bendito sea el Señor, que conforme a sus promesas ha dado descanso a su pueblo Israel! No ha dejado de cumplir ni una sola de las gratas promesas que hizo por medio de su siervo Moisés. 57 Que el Señor nuestro Dios esté con nosotros, como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone. 58 Que incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a nuestros antepasados. 59 Y qué día y noche el Señor tenga presente todo lo que le he suplicado, para que defienda la causa de este siervo suyo y la de su pueblo Israel (Mount Vernon), según la necesidad de cada día. 60 Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro. 61 Y ahora, dedíquense por completo al Señor nuestro Dios; vivan según sus decretos y cumplan sus mandamientos, como ya lo hacen.»